viernes, junio 23, 2006

Primeras impresiones sobre mi embarazo

Al principio de los tiempos vivía yo tan a gustito de alquiler compartido con mi sueldo de mileurista, por fin liberada de la adolescencia, los granos, las justificaciones y con el hígado destrozado. Creerme que eso de que alquilar es tirar el dinero y que una ya no tenía edad para más contratos de prácticas, me ayudaron a encontrar un trabajo que, si no mejor (o menos peor), si estaba mejor remunerado. Me alegré un montón, pero más se alegró Hacienda, que empezó a pegarle mordiscos a mi nómina cual bocadillo de mortadela con aceitunas y decidió venirse a vivir conmigo. En esa casa no cabíamos las dos y ante esta situación de desamor decidí, asesorada por un señor del banco que se frotaba las manos una y otra vez, suscribir una “cuenta ahorro vivienda”, para lo que tuve que volver a casa de mis padres que ya habían ocupado mi habitación y la habían convertido en un cuarto de plancha.

Después de unos años compartiendo cuarto con la asistenta, que ya era más de la familia que yo, el señor del banco me llamó para avisarme de que si no compraba un piso en un periodo estimado en más-menos dos semanas, Hacienda vendría por la noche y metería todo mi dinero en un saco oscuro. Mi reacción, por supuesto, fue de súbito pánico espasmódico y, aunque llevaba años mirando el mercado inmobiliario como todo el mundo, nunca pensé que ese momento llegaría indefectiblemente.

Elegir piso fue otra historia que no viene al caso, o bien fue un caso que no voy a contar en esta historia. La cosa es que finalmente el piso lo encontré yo pero lo eligió el banco cuando dijo: - No va más y ahí paré mi presupuesto y mis metros cuadrados, alegrándome por primera vez en mi vida de haber sido la más bajita de mi clase. Luego me vestí de naranja y me dirigí al banco para pasar por un simulacro de tercer grado con el fin de que me adelantasen un poquito de dinerito calentito. Con una gran sonrisa y un mayor interés me lo prestaron a 40 años.

Yo siempre me había preguntado si algún día querría tener hijos. Saliendo del banco lo ví todo perfectamente claro: ¡los necesitaba!. Ya me veía yo transfiriendo la mitad de la hipoteca a su primera cuenta del banco-cerdito el día de su primera comunión: - para dentro de 15años, Pablito, mientras con la otra mano secaba el sudor de mi frente con la alegría de que podría empezar a dormir hasta que Pablito trasnochase.

Para elegir al padre no me compliqué mucho la cabeza y lo hice por orden alfabético. Es un método como otro cualquiera y si las monjas nos colocaban así en clase, pues por algo sería. Además es el método que toda la vida han usado los ex para llamar por teléfono o eso le decía mi amiga Ana a Virginia que se sentía rara porque nunca se había liado con un ex. Y es que la definición de ex es clara: “aquel individuo que, aun sabiendo lo que hay, se empeña en llamar cada x meses por si cuela y siempre coincidiendo con sus desengaños posteriores”. Después de añadir un par de As a mis ex asumí que me iba a dar igual buscar una XL si al final resultaba ser una M así que, cuando me topé con una B disponible, le miré las encías, los zapatos, el reloj y me di cuenta de que estaba ante mi media hipoteca.

Enseguida nos quedamos embarazados, que es lo que tienen los parches, que son como las tiritas. Bueno, realmente me quedé embarazada yo y en esas estoy, engordando más que cuando dejé de fumar.


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Al principio todo me daba un poco de miedo y no quería ir al baño por si se me salía, pero enseguida me he dado cuenta de que este estado te da muchas más ventajas que la de sentarte en el Circular sin discutir. Como es un estado transitorio, pienso exprimirlo al máximo.

Lo primero es que te cambia el humor. Yo ya no me pongo de la mala leche en el supermercado delante de un paquete de: “Brillante, el arroz que nunca se pasa”, si no que me he lanzado a la aventura de comprar lo que me de la gana sin mirarle las calorías. Es como vivir en diciembre independientemente de la temperatura exterior. Eso de que se pueda que comer por dos desestresa mucho, la verdad.

Otra cosa que me ayuda es ir de tiendas. Ahora puedes pedir una 44 sin llorarle en el hombro a la dependienta porque como ya estás de 10 semanas.

Fui al médico y le pregunté si podía seguir haciendo vida normal. Le insistí en el tema del sexo y me contestó: - Nada extravagante, sin salto del tigre, sólo sencillito. Salí convencida de que podía hacer vida normal. Tienes una excusa más porque las hormonas son tus aliadas y salen cuando y con la intensidad que tu quieres. ¡Aprovéchalas!

Además, puedes quejarte de todo lo que te duela y explicarlo. Es más, la gente te pregunta cómo te va para que se lo cuentes y si ponen cara agria pues más emocionante resulta el relato. Porque cualquier vómito es importante y aunque yo antes echaba la pota (que no es lo mismo que vomitar) todos los viernes y sábados a las 5 de la mañana sistemáticamente, ahora es distinto y encima lo puedes contar. Lo dicho: un chollo. Ante cualquier dolor de espalda tu jefe dejará de montarte pollos y si haces como que te cuesta respirar, te dirá con una sonrisa en la boca que te vayas a casa mientras se lava las manos. Comprobado. Antes te morías de dolor de estómago y ahí estabas con el Almax en vena y currando pero ahora te duele la cabeza y te preguntan: -¿la tuya o la del niño? y te anulan la reunión sin problemas.

A mi edad, estar embarazada me ha supuesto recuperar a mis amigas de toda la vida y olvidar rápidamente que hace escasos meses entraba en los bares y me sabía de memoria todas las canciones de los 80 ante la mirada inquisitoria de los asistentes. Cierto que tengo que soportar que me cuenten de nuevo con pelos y señales todo su embarazo (¡pero si estuve ahí: era la que se salía a fumar a la terraza!) pero, sinceramente, me hace ilusión volverme a sentirme integrada en un grupo sin tener que hacerme un piercing en la ceja.

También debo señalar que ha mejorado mucho la relación con mi madre. Antes yo era esa que lo hacía todo fatal. Ya verás como ahora ya no piensa que lo he hecho todo fatal. Asumiré que para ella no es mi hijo si no su nieto y como tal, desde el primer día tendrá los ojos de su madre y la frente de su familia. Yo estoy encantada si hereda sus ojos, mientras no herede su mala leche.

Porque es lo que tienen los niños, que siempre se parecen a alguien. Ahora mismo se parece a una canica que tuve de pequeña pero quien sabe después…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

kkjhhh

Anónimo dijo...

Enhorabuena!!!! Espero poder felicitarte pronto en persona, pero promete que no usarás palabras como "calostro"!!!.Buenisimos tus relatos, gracias por el enlace. Patricia.